sábado, 5 de noviembre de 2011

AUNQUE SOLO SEA POR DIGNIDAD (parte segunda)


Acababa de terminar el festival de Cannes, el montaje había concluido y estábamos terminando los efectos 3D. Recibí una llamada de la secretaria del Sr.Guardans, era para darme cita porque este ya estaba de vuelta en Madrid.  
El viernes día 28 de mayo de 2010, era mi cumpleaños. Estaba citada a las diez y media de la mañana a la reunión y había quedado en la puerta del Ministerio de cultura con mi abogado de entonces, Vicente Arias Maíz, para subir juntos.
Al llegar, Vicente me condujo directamente al ascensor, me llamó la atención y le comenté que antes teníamos que pasar por el control de registro de entrada. Él me dijo que no era necesario, que podíamos entrar  directamente. Me sorprendió, pero le hice caso porque confiaba en él y le seguí hasta el ascensor.
Guardans nos recibió y nos acompañó a su despacho.
Ya estaban ahí, María del Carmen Hernández Antolín, subdirectora general del ICAA, que había sustituido a Beatriz de Armas cuando fue cesada de su cargo y Rosario de Alburquerque, subdirectora general de Promoción y Relaciones Internacionales.
Para romper el hielo, Guardans que tiene un pésimo sentido del humor, preguntó a Vicente por el trabajo en su despacho y le aconsejó pasarse al derecho concursal ya que, “gracias” a las quiebras, estaba siendo la especialización mejor remunerada. Las mujeres tampoco le rieron la gracia. Entonces Guardans  les explicó que él fue socio del mismo despacho en el que trabajaba Vicente, de ahí las confianzas.   
Por fin Guardans comenzó a explicar. Nos dijo que se había reunido durante el festival de Cannes con sus homólogos inglés e irlandés (los “malos” ) y que la opinión generalizada era que yo estaba actuando mal, siguiendo instrucciones equivocadas de mis abogados.
Vicente le interrumpió para decirle que apreciaba que dijera abogados en plural y que no solo se estuviera refiriendo a él, ya que yo también había consultado a otros abogados y que todos ellos coincidían en cuanto a sus consejos, con lo cual le parecía extraño que todos ellos estuvieran equivocados. Guardans continuó:
“dependiendo de las decisiones que tomes podrán pasar cosas diferentes y que tendrán consecuencias diferentes.”
Así que le pedí que me explicara cuales eran esos caminos y cuales serían sus consecuencias:
 “Si continuas con la película sin llegar a un acuerdo con los contrarios, no calificaré la película”, contestó él.   
Lo mismo que ya me había dicho por teléfono, así que le pedí que me explicara cuales eran las razones para no calificar la película.  
Guardans se dirigió a Vicente:
“parece que los abogados no habéis tenido en cuenta…”  y citó uno de los artículos de la ley del cine.
“¿Qué quiere decir eso” pregunté yo. Ni conocía ni conozco de memoria la ley pero desde luego no recordaba ningún artículo que mi productora hubiera incumplido.
“Que no está clara la titularidad de la película” contestó Guardans.
De nuevo pensé que Guardans no se había leído ni un papel de mi expediente, así que le expliqué que no existía, como tampoco existe hoy en día, ninguna duda sobre la titularidad de la película.
De hecho este no ha sido el argumento utilizado por el Ministerio de Cultura para declarar la película lesiva e impedir su estreno. Es más, ni siquiera la declaración de lesividad puede impedir el estreno ya que, las películas se deberían poder difundir libremente. La lesividad lo que ha conseguido es suspender la calificación, y no otorgar la calificación era lo que verdaderamente perseguía Guardans. ¿Por qué?
Porque Guardans es el “padre” de nuestro actual modelo de calificación de películas, creado especialmente para poder censurar.
Aquí os dejo varios links relacionados con la polémica que levantó en su día:
Os interesará saber que el “papá” Guardans de este modelo, nada más tomar posesión de su cargo en el ICAA puso en marcha su filosofía de informar al espectador sobre los contenidos “presuntamente lesivos de las películas”, comenzó por aplicar con mayor rigor las sanciones por no informar de la calificación y no paró hasta que modificó la ley. Antes de eso, se consideraba falta leve (salvo en el caso de las películas X, falta muy grave) y se penalizaba con multas de hasta 4.000 euros, Guardans modificó las multas y hoy llegarían hasta 40.000 euros.

Esto es lo que nos ha dejado el nieto de Francesc Cambó que curiosamente, financió la primera Delegación de Prensa y Propaganda española en Francia, uno de los enclaves más importantes de la propaganda franquista en Europa durante los años de la Guerra Civil española y la Segunda Guerra Mundial.

Guardans podría ser un incompetente en muchas otras cosas pero en cuanto a censura y a calificación, no se podría decir lo mismo.
Puedo imaginar que aquella mañana Guardans se había leído la ley en busca de cualquier artículo que pudiera utilizar con la intención de asustarme.
Subió el tono y me preguntó que “si acaso” tenía yo algún contrato con el director. Le contesté que sí. Inmediatamente después me preguntó que si en ese contrato el director cedía sus derechos a favor nuestro y también le contesté que sí; “mediante una inducement letter”.
Vicente entró al trapo y le pidió varias veces, ya que él se negaba, que al menos escuchara primero nuestra explicación sobre todo lo sucedido. Intentamos, Vicente y yo contarle cómo nos habían presionado, de ahí que yo solicitara su ayuda y la de Eurimages. Guardans no nos dejaba explicarnos, iba subiendo cada vez más el tono. Llegó a insinuar que yo no tenía derecho de dirigirme directamente a Eurimages porque “el que paga Eurimages soy yo, para que lo sepas”.
Eurimages es un fondo que concede créditos sin intereses para películas en co-producción europea. No es un fondo privado, es un fondo de dinero público que proviene de nuestros impuestos. No lo paga él.  
Guardans tenía fama de tener muy malas formas y muy mal estilo. Yo lo estaba comprobando y sufriendo.  
Traté de hacerle comprender que si la película no se estrenaba supondría mi ruina y la de muchos trabajadores que todavía no habían podido cobrar. Guardans me interrumpió con absoluto desprecio y me contestó que ese no era su problema. Yo no daba crédito. La situación me parecía cada vez más alarmante, no podía creer que el director del ICAA que estaba para defender los intereses del cine español los estaba despreciando de aquella manera.
Vicente tomó la palabra e intentó explicar que yo siempre había querido intentar llegar a un acuerdo, como se demostró en la reunión de marzo, cuando me senté con todos los “malos” para tratar de encontrar una solución aceptable para todos, pero Guardans no se movía de su posición. Repitió que como no se había llegado a ningún acuerdo no iba a calificar la película y añadió que solo cambiaría de postura si yo aceptaba someterme a un arbitraje.
Le explicamos que ya habíamos explorado esa posibilidad, que incluso yo ya había consultado con un prestigioso abogado especialista en arbitraje y que los “malos” ya habían contestado que no lo aceptarían y que además lamentablemente ya no teníamos tiempo porque los contratos estipulaban fechas de entrega de la película que no podíamos incumplir.
Guardans insistió y me presionó para que tomara una decisión ahí mismo.
Había oído que Guardans era un machista. Su fama le precedía.  Imaginé a otro productor en mi situación y pensé que a un hombre no le hablaría de esta manera  tan intimidante.
Lo que exigía era absurdo, no tenía ningún sentido, yo no estaba ahí para negociar nada con el director del ICAA ni él para imponer ningún tipo de condición a ningún productor para calificar una película.
Contesté que no podía decidir nada sin que antes me explicaran qué ley era la que había infringido y cómo eso podría ser un problema con la calificación de la película.
Supongo que a Guardans le pareció intolerable que yo no cediera y se dirigió a mi de manera aun más amenazante:
“como no te sometas a un arbitraje no vas a poder comercializar la película porque no la voy a calificar, ni voy a expedir el certificado de película española y voy a prohibir expresamente cualquier tipo de exhibición de la película en España y así se lo he comunicado al distribuidor.”
Le pedí que me enseñara el papel en el que le comunicaba al distribuidor lo que me acaba de decir. Guardans dijo que no había tal papel que se lo había comunicado mediante conversación telefónica.  
Esto me causó un impacto enorme. Estaba en plena negociación con un distribuidor interesado en la película. No sabía si creérmelo o no, ¿cómo podía saber él con qué distribuidor estaba hablando yo? Si Guardans le había llamado podría haber malogrado mi acuerdo y si no lo había hecho, estaba mintiendo con la intención de asustarme.
Pensé que en realidad, no me había citado para aclarar la situación en la que se encontraba la película, jamás tuvo intención de ayudarme, me había citado en su despacho para amenazarme. Me empecé a marear, me faltaba el aire, me costaba concentrarme en lo que hablaban Guardans y Vicente.
Guardans volvió exigirme que tomara una decisión de inmediato pero volví a contestar lo mismo. Con ironía me ofreció que contestara esa misma tarde, “ya que es urgente”. No era tiempo suficiente. Me dió de plazo hasta el lunes antes de las nueve de la mañana.
Pensé que Vicente se había tomado esa pequeña concesión en cuanto al plazo como una pequeña victoria. Supongo que intentó restarle tensión a la situación cambiando el tercio y contándole a Guardans que ya habíamos estado cerca de alcanzar un acuerdo. Yo no lo veía así. Michael Radford se empeñaba en rodar lo que fuera, escenas que no estaban ni en el guión. Ya no era cuestión de repetir lo ya rodado que estaba muy bien, quería rodar algo, sin especificar qué. El problema es que si no se daban las condiciones para rodar entonces la producción quedaría suspendida sine die. O sea, que lo que quería era que yo aceptara algo que no era real, que la película no estaba terminada y que se terminaría cuando a Radford le diera la gana a él, eso si alguna vez le daba la gana. Era una trampa y yo no iba a a caer en ella. El rodaje se había completado entero y no faltaba nada por rodar. Guardans no me dejó ni acabar de explicárselo e increpó a Vicente:
“no tienes la legitimidad de tu cliente, dices que es posible un acuerdo y tu cliente dice lo contrario.”
Recuerdo que en ese momento sentí pánico, me pareció que ellos lo habían hablado antes. El plan de Guardans no estaba funcionando y montaba en cólera.
No recuerdo qué fue lo que me preguntó Guardans, le pedí ayuda a Vicente. Me levanté y me excusé como pude porque casi no podía hablar, me agarre el pecho porque sentí que me dolía y me puse a llorar. Estaba sintiendo un ataque de pánico. Me dirigí a la salida.  
Guardans le pidió a la subdirectora que me siguiera y esta salió detrás de mí pidiéndome que me calmara. Repetía:
“tranquila aquí no te estás jugando nada, tenlo muy presente”
Intentaba atar cabos en mi cabeza. Intentaba calmarme, “no entiendo nada, esta es mi casa, es mi ministerio…” le dije a la Antolín.
 “Eres española…” contestó ella mientras repetía que tuviera presente que allí no me estaba jugando nada. Mentía.
Conseguí calmarme un poco y me acordé del rumor que había difundido Michael Radford.
“¿Esto no será que os habéis creído lo de Radford, que decía que yo le quería obligar a hacer una película fascista?” le pregunté.
La subdirectora contestó con otra pregunta:
¿el director habrá rodado el guión,no?
Y de paso aprovechó para preguntar por la nacionalidad del director. En ese momento no caí, si se hubiera mirado el expediente hubiera sabido que Radford es británico y que como europeo no restaría porcentaje alguno para que la película alcanzara la nacionalidad española.
Guardans pensaba que Radford era indio y que por ese motivo le denegaría el certificado de nacionalidad a LA MULA.
Estoy convencida de que en realidad me habían citado en el ICAA para asegurarse de que LA MULA no se estrenaría nunca, bien via metiéndome en un proceso de arbitraje eterno, bien denegando la calificación o bien, tal y como apuntaba la Antolín, via denegando el certificado de nacionalidad. 
Ya estaban preparando la censura de LA MULA.      
Fui al baño y me lavé la cara. Conseguí serenarme un poco.
Volvimos a entrar en el despacho de Guardans.
Guardans se dirigió a mi:
“ya te explicará Vicente este pequeño detalle que no has tenido en cuenta y que necesitas comprender sobre la calificación.”
“Lo recurriré.”, le contesté.
“Lo podrás recurrir, llegará al supremo, y cuando el supremo falle dirá que el director del ICAA se equivocó y para entonces ya estarás arruinada.” Fueron las palabras de Guardans.
Mientras intentaba mantener la compostura le dije que “ a mi las amenazas…” , no pude terminar. Me interrumpió gritando:
“¡Este ministerio no amenaza!”
Miré a Vicente y le pregunté que qué era todo esto. Yo estaba totalmente alucinada.
Dejé copia de un nuevo informe sobre la situación de la película y Vicente me sacó del ministerio por una puerta de atrás.
Fuimos a un bar cercano y me tomé varias tilas. No paraba de llorar, le pedí que me llevara a un hospital y después a denunciar presuntas amenazas a un juzgado de guardia.
Vicente estaba de acuerdo que me habían presuntamente amenazado pero me convenció para no ir a ningún juzgado, “lo importante es la película”.
El domingo le envíe mi burofax a Guardans con mi respuesta.
El lunes volví a ver a Vicente, evidentemente le pedí que me explicara cual era el artículo de ley que habiamos infringido, no había ninguno. Era una mentira de Guardans. Le pedí una transcripción de todo lo sucedido para interponer una querella por presuntas amenazas pero el jefe de Vicente había sido socio de Guardans y eso le ponía en un brete.
Cambié de abogado.
A la mañana siguiente del cese de Guardans me acerqué a ver el expediente de LA MULA del ICAA. No había ni un solo folio numerado, estaba todo desordenado. Dentro de una carpeta que ponía “cambio productor alemán” encontré los documentos que demuestran todo lo que os he ido contando. Llamé a mi nuevo abogado, Alberto Salido que tiene su despacho en Estepona, y me dijo:
“voy para Madrid esta misma tarde, pide copias de todo”.
A la mañana siguiente nos personamos los dos de nuevo en el ICAA. Ya habían hecho una limpia y muchos documentos ya no estaban o estaban trasladados a otra carpeta que ponía “documentación interna”.
Alberto lo fotografió. Algunas de esas fotos, las podéis ver en este blog.
Alberto Salido interpuso la querella y yo, poco a poco me he ido reponiendo del susto. 
Alejandra Frade